Con frecuencia, socialmente, las conductas sexuales se confunden con la reproducción, pero la sexualidad es algo mucho más amplio y complejo.
¿Qué es la sexualidad?
La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida y abarca el sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual.
Se vivencia y expresa a través, de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. Y está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.
“La sexualidad se construye en la mente del individuo a partir de las experiencias que su naturaleza biológica y la interacción con el grupo le hacen vivir”.
Impacto de la reproducción en la sexualidad y su importancia en el embarazo.
La evolución ha creado un complejo proceso en los humanos para que nos emparejemos y así podamos conseguir el embarazo, que recibe el nombre de sexualidad, en donde todas las partes que la constituyen son importantes para conseguir dicho objetivo, el embarazo. Cuando se reduce todo a solo una de sus partes, “la reproducción”, las otras se ven afectadas, empobreciendo la experiencia y dificultando la meta.
Desde el momento en que se comienza a tener relaciones para concebir, las parejas por lo general, viven cómo el sexo que antes era algo satisfactorio y un fin en sí mismo, se convierte en un medio para conseguir un objetivo muy deseado: tener hijos. El propósito del sexo cambia, empieza a ser pautado por los periodos fértiles y se convierte en programar encuentros, se genera la perdida de espontaneidad y la exigencia por el rendimiento,
La focalización en la reproducción, junto con la perdida de espontaneidad, pueden dar como resultando una experiencia erótica desastrosa. Así, aparece con frecuencia un ritmo más rápido, posturas, variedad y sexo dirigido a la penetración y eyaculación en el hombre, lo que da como resultado dificultad para disfrutar o conseguir eyacular, no permitiendo el embarazo. Y en la mujer disminución del deseo sexual, dolor durante la penetración y pérdida por el interés de alcanzar el orgasmo, lo que lo acaba convirtiendo en esta, algo prescindible (téngase en cuenta de las contracciones vaginales cuando hay orgasmos favorecen el viaje de los espermas al óvulo). Mientras, el varón puede sentirse presionado, al estar la actividad sexual tan programada, siendo frecuentes las reacciones de rechazo y el desinterés por la sexualidad.
En esta situación el sexo deja de ser una manera de llegar a una mayor comunicación e intimidad con la pareja pudiendo verse afectado el vinculo afectivo entre estos. A menudo, en estas parejas aparecen dificultades de comunicación, falta de compresión y de apoyo, distanciamiento, desilusión con la pareja, e incluso, la aparición de dudas acerca de la continuidad.
Las personas además, ante esta situación, por no estar pudiendo reproducirse, pueden llegar a sentirse poco atractivos, lo que disminuye su impulso, respuesta y satisfacción sexual. Su autoestima e imagen corporal suelen verse alteradas. Diferentes investigaciones indican que los hombres pueden sentirse menos viriles y las mujeres menos femeninas o incompletas.
No es de extrañar, por tanto, que a menudo, los problemas de fertilidad pongan de relieve problemas sexuales y/o conyugales ya existentes previamente en la pareja.
Esta circunstancia hace que se disminuyan las probabilidades de embarazo, no solo porque se dificulta la propia práctica y mecánica, sino también porque la ansiedad, estrés y emociones negativas resultantes entre la pareja y personales, afectan los procesos hormonales, de circulación o fluidos y metabólicos que favorecen el embarazo. (Cómo la ansiedad y el estrés puede afectar a las probabilidades de embarazo se explicará en el próximo articulo).
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Alfredo García Gárate.
Psicólogo Especialista en Fertilidad y Reproducción.